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ucho personal, con ADN sevillano
de pro y sesgo de gente bien de toda la vida, se hacían lenguas de lo bien que
les sentaba a ellos la difunta duquesa como icono de su tierra. Tan pintiparada
como un pipiolo con traje nuevo para el día del ‘pescaíto’ en su feria. Puede
que fueran los efectos secundarios de ojear tanta revista de papel couché o
ingerir la sobredosis de los programas bazofia que emite Tele 5 al respecto.
Tal vez padecían una interrupción cognitiva de carácter selectivo.
Quienes
manejan los hilos fiscales del millonario tinglado de la casa de Alba, denotan más
apego por la Puerta de Alcalá que por la Giralda. Tanto que lo tienen todo tan
atado, que tras atesorar un sinfín de subvenciones, por sus fincas andaluzas, tributarán
cuatro perras a la comunidad madrileña, por el Impuesto de Sucesiones. Dejando
así huérfana a la Sevilla de sus entretelas.
Los
sociatas de la Junta de Andalucía, que lo mismo reparten medallas que ERE con
miopía galopante, montaron el esperpento de darle el galardón a la duquesa en
2006. A buenas horas, la actual presidenta Susana entona la petenera de la
intimidad que existía entre la difunta y la urbe bañada por el Guadalquivir. Me viene a la memoria esa copla, que tan bien cantaba Concha Piquer, y que a buen seguro suscriben los
afortunados:
Vamos pa’
los Madriles, donde Almudena
vende violetas
todos los abriles
[…]
Vamos
Lirio y Petenera,
vamos Doña
Sol y Lola,
que si
no estáis a su vera,
con la
Concha por bandera,
España…
¡España se queda sola!
Como hoy me siento un tanto vintage, os dejo con unas imágenes que recrean el desembarco de la Royal Navy, en 1812, contra los invasores que ocupaban franceses Málaga.