C |
Ierro el ciclo castellano con las imágenes de la ermita de san Frutos y Pedraza. De este varón cuentan numerosos milagros o leyendas, como gustéis llamar. En cuestiones de fe me limito a asomarme al portal.
Tal vez la más significativa sea la que, esculpida en piedra, casi tipo sms, narra como un marido despeñó a su esposa desde aquel risco. En los escasos segundos de trayecto al vacío la dama invocó al santo y unos enormes brazos aparecieron entre las rocas. La mujer asida de este modo, terminó junto al río sin rasguño alguno.
A estas alturas del siglo XXI vamos a precisar una legión de san Frutos que salven a quienes padecen esta maldición. Está visto que las pulseritas y las órdenes de alejamiento son quincalla de mercachifles, a juzgar por los resultados. Suman 22 las víctimas en esta España tan europea y demócrata ella. A lo mejor faltan unos brazos de san todos que embriden a los maltratadores y sean ellos los despeñados. Si les sobran dividendos colgantes que recen por el camino.