viernes, 31 de diciembre de 2010

Otro año más en la red

Desde este rincón os deseo que al año entrante podamos bailarle un 'trenzaillo' por verdiales y dejar la crisis en el capítulo de los recuerdos.
Feliz 2011.
PD. Disculpen la calidad, el móvil no da más de sí. Imágenes tomadas en la fiesta mayor de Verdiales 2010. Málaga.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Crónicas de un Bugatti (III, final)

E
Sta vez prometo terminar las peripecias del automóvil y su conductor por tierras transalpinas. Ya sé que todo el personal anda con prisas por estas fechas, incluso cargados de bolsas de compras en más de una ocasión.
Tirados al lado del Garda estuvimos más de dos horas, hasta que una camioneta que repartía bebidas gaseosas acertó a pasar por allí. A mi conductor se lo llevaron al hospital del que salió tan contrariado, en cambio yo tuve que esperar mucho rato para que la grúa depositara mi maltrecho esqueleto en el taller de Giuseppe.
Filippo estuvo en otra dimensión hasta la media noche. Apenas recobró la consciencia la lió parda contra una monja más bien entrada en carnes, con bigote hirsuto y una toca como esas de las películas de Fellini. Claro que yo tampoco me hubiera alegrado de ver aquel personaje con una descomunal jeringa y una aguja hipodérmica de grueso calibre. Era tal el vocerío que acudió en ayuda de la religiosa la enfermera de turno.
-Deje hermana Assunta, que a este enfermo lo entiendo yo.
-Sonia, no se pase con las confianzas o me veré obligada a dar parte al director.
A nuestro paciente se le iluminó el rostro como si lo hubieran visitado los magos de Oriente. Sus airadas protestas se transmutaron en lisonjas hacia su amor a piñón fijo; pero ella no cedió ni un ápice a sus requiebros.
-Filippo, usted está dispuesto a partirse la crisma con tal de aparecer por aquí. Deje su romance aparcado en otro lugar, esto no son los camerinos de un cabaret. Esta inyección le aliviará durante un buen rato.
-Sonia, por favor acepte una invitación a cenar, en mi chaleco hay una tarjeta… Aaaah!
No le dio tiempo a más, aunque se propusiera poco menos que a declararse, de costado y con los glúteos al aire. Primero el aguijón le dolió como una banderilla de fuego, para luego caer en un plácido sueño como consecuencia del chute de metamizol. A los tres días ambos estábamos restablecidos. Filippo mejoró a turbo con los cuidados de su enfermera de noche.
La mañana del sábado el médico de planta firmó el alta del galán. Por lo que éste, terco como era, se puso de nuevo a mi volante y enfilé vía Pallone pasado de vueltas. Menos mal que duró poco, ya que poco antes del puente Aleardo una mujer desbocada se cruzó en mi camino. Filippo con un  golpe de volante la esquivó y terminamos en un parterre.
Sonia había salido hecha una furia del apartamento que compartía con Lamberto, su novio. Al regresar del trabajo se encontró a éste vestido solo con su bata, a cuatro patas sobre una mesita baja, mientras un maromo con pinta de portuario le empujaba por retambufa. Trincó un san Pancracio de la repisa y se lo estampó en las costillas. Pegó una patada en la puerta y salió con los ojos inyectados de rabia. Volvíamos a encontrarnos. Filippo fue en su busca, al reconocerlo se abrazaron y ella le ordenó más que pedirle que la llevara lejos de esa ciudad.
Mi conductor comprendió que la felicidad suele estar lejos de la jaula donde se tiene el alpiste y el agua segura, así que recogió unos miles de liras en el banco y terminamos nuestros días en España. La pareja se afincó a orillas del Mediterráneo, a mí me vendieron a un consignatario de buques de Sevilla, y desde entonces mi vida es burguesa hasta el cigüeñal, aunque he tenido oportunidad de rodar por lugares de película.
Felices fiestas a toda válvula.
Pd. La foto de las prisas está tomada en calle Larios. Málaga. La del pajarito en la jaula en Benajarafe. Málaga. Las diapositivas corresponden como la mayoría sabéis a Sevilla.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Crónicas de un Bugatti (II)

D
Ejé la historia del ‘buga’ a las puertas del hospital, con el bebé recién nacido, en la entrada anterior. A ver qué nos dice ahora este coche que hablaba a algunas personas.
Filippo fumaba apoyado en mi guardabarros casi tan nervioso como el padre de la criatura, cuando se giró al oír unos pasos a su espalda. Aquella enfermera de melena pelirroja y encrespada, que a duras penas podía controlar bajo la cofia, a contraluz de aquella miserable bombilla le pareció un ángel cuando se acercó a dar más detalles del alumbramiento:
-Ha sido una suerte que la hayan traído a tiempo, cinco minutos más y no hubiéramos podido hacer nada por la vida de ambas. Ahora su esposa está muy fatigada, ha perdido mucha sangre, pero se recuperará. La niña es preciosa y pronto podrá verla.
Los dos hombres se abrazaron como si fueran amigos de toda la vida. Quién le iba a decir al señorito que terminaría en franca camaradería con un labriego; del que recibió todo tipo de parabienes.
Filippo iba esa noche subido en una montaña rusa de emociones, no acababa de salir de una cuando otro subidón de adrenalina le desbordaba. Pero reflejos no le faltaban, se fijó en el nombre que lucía bordado en la bata de aquel ángel blanco, Sonia. Ensayó la mejor sonrisa posible en medio de la trasnochada:
-Disculpe Sonia, ¿podría invitarla a un café? El turno de noche debe haber sido agotador.
-Usted es el conductor más eficaz que he conocido, pero no intente ligar conmigo.
Mi piloto no estaba para alfilerazos, dejó caer toda su masa sobre el paragolpes, casi me lo descuajaringa el tío. Sonia ya había dado unos pasos de vuelta a su templo cuando giró el torso y encendió una lucecita de concordia.
-Venga hombre, se lo acepto, pero de enfermera a conductor de ambulancias, aunque esos son los peores.
 Aún me tuvo allí esperando, bajo la rociada, hasta las ocho de la mañana, con la vana ilusión de llevar a Sonia a su casa cuando saliera de turno; pero un vulgar Fiat Topolino con un no menos vulgar conductor griparon las cromadas ilusiones de Filippo.
Lejos de regresar a casa el señorito pisó a fondo mientras bordeábamos el lago Garda. Un charco de lágrimas se filtraba en el cuero de mi tapicería. Con parte de mi suspensión y sistema de frenos mermados estaba claro que ese modo de conducir solo llevaba a que yo le sirviera de ataúd en el fondo de cualquier acantilado. Fatídica casualidad de enamorarse y verse despechado en la misma noche, para que yo pagara los platos rotos. No tuve más remedio que hacer de las mías, terminé de romper la mangueta de la rueda delantera derecha, ya tocada tras el ajetreo en el rabanal, de inmediato me fui contra un talud y Filippo quedó inconsciente, con un fuerte golpe en el pecho y una brecha en la ceja. Tal vez me pasé, porque entonces no teníamos airbag, cinturones de seguridad y otros inventos, pero creo que acerté, ya que las relaciones entre humanos a veces son como estas esferas, se tocan en un solo punto y el magnetismo hace el resto, por lo que relataré en la próxima entrega.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Crónicas de un Bugatti (I)



H
Oy me propongo en este espacio pisar el acelerador de la imaginación. Recrear las confesiones de un coche, como si me hablara desde el más allá del desguace. Las imágenes son del museo del automóvil de Málaga, al estar captadas con el móvil o celular (como prefieran), dejan mucho que desear.
Me cuenta aquel Bugatti Galibier de los años 30 que su vida fue de lo más aburrida desde que lo adquirió un obeso y rico comerciante. En cambio cuando pasó a manos de su hijo Filippo la cosa pegó un vuelco de 180 grados.
Al volante de mis 137 CV aquel tipo me provocaba no pocas salidas de la infames carreteras de la época. Claro que como mejor se lo pasaba era en el noble y espacioso asiento trasero con sus conquistas. Cierta fría noche de noviembre, tras culminar su sesión a la orilla del lago Garda con una cupletista que actuaba en Verona (por cierto que fingía fatal), dejó a su pareja tirada en una venta del camino por tener una gracia que contar a sus colegas. Mis faros de bombillas incandescentes a duras penas se abrían paso a 130 km/h sobre una pista terriza, que llevaba al palacete de los progenitores. Al salir derrapando de un cerrado viraje a izquierdas, mis tambores de frenos tuvieron que emplearse a fondo para evitar que los 1.800 kilos de mi esqueleto terminaran empotrándose contra un carruaje averiado en mitad de la calzada. Al final me detuve en una embarrada huerta sembrada de rábanos.
Mi conductor se bajó dispuesto a jurar en arameo y algo más contra aquellos transeúntes, pero la escena no podía ser más inesperada. Sobre el carromato yacía Francesca con serias pérdidas de sangre, a punto de dar a luz; el marido que no daba abasto entre los gritos de su esposa, el llanto de una niña de apenas tres años, el mulo dando brincos, tratando de escapar y una de sus ruedas fuera de su eje, sin que acertara a encontrar la clavija que sujeta a ambas piezas, todo esto a la escasa luz de un quinqué.
Esta vez le salió la vena filantrópica a Filippo, tal vez porque se acordó de lo ocurrido a su madre con los mellizos perdidos. Entre los empujones de aquel hombre y los tirones del mulo me retornaron a la carretera. Con todo el personal instalado en mi interior, los apenas 20 kilómetros hasta el hospital santa Eufemia se me pasaron en un subir y bajar de válvulas, a Francesca creo que se le hicieron eternos, solo por el rictus de su cara en el retrovisor.
El estruendo de mi frenada, con los pocos restos de zapata que me quedaban, sacaron al celador de la puerta de su modorra y puso en movimiento al personal sanitario sin dilación. A los pocos minutos asomaba el inequívoco llanto del bebé desde una ventana del segundo piso del destartalado edificio.
Lejos de mi intención abusar de vuestra paciencia, así que en la próxima entrega os desgranaré como terminamos, incluido yo, porque los automóviles también tenemos sentimientos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Dame alas que no consejos

 Despegue desde playa de Guadalmar. Archivo propio.


E
Ste puente, tan esperado como agradecido por lo bien ubicado, ha resultado un vía crucis para cientos de miles de viajeros. De buenas a primeras a la gendarmería del cielo le entró un jamacuco, ‘mu’ gordo según los vigías de las torres. Los pájaros de metal sin ellos no son nadie y la humanidad sin estos pájaros se queda sin alas y sin destino.
El viernes día tres los cielos se despoblaron de tráfico y los aeropuertos se convirtieron en campamento de refugiados. Incluidos los militares repartiendo mantas y bocatas. Las ilusiones quedaron trituradas por la termomix de quienes, con razón o sin ella, castigaron con saña a los que financian su “exiguo” salario que alcanza en algunos casos los 900.000 euros al año. Dicho en cristiano más de 149 millones de pesetas que dividido entre 14 (12 meses + 2 pagas extras), nos salen más de 10 millones de pesetas mensuales.
El Real Decreto-ley 13/2010 les debió sentar como una bomba a este gremio de “mendicantes”, tal vez por eso se hicieron el longui ante el caos que provocaron en un santiamén. Pepiño Blanco y sus colegas entretanto recomendaban no asomar las narices por los aeropuertos, aportando como solución unos teléfonos 902 (de tarificación adicional para más trinque). Aena repartía hojas de reclamaciones como caramelos en una cabalgata de reyes. Las aerolíneas de entrada salían con aquello de santa Rita lo que se da no se quita, o sea de devolver ‘na’ de ‘na’. En todo caso buscarían medios de transportes alternativos, para llevar a sus clientes como la suegra del automóvil de abajo supongo.
El país más que un estado de alarma parece sumido en un estado de cachondeo. Por más que el gran jefe esconda la cabeza bajo el ala Este de la Moncloa alguien debe salir al balcón y dar explicaciones serias. O en caso contrario hacer la maleta y entonar aquello de: “Adiós mi España querida…” de Antonio Molina.
Cuenta un amigo que cierto día andaba haciendo pellas con sus colegas de facultad. Habían libado vino moscatel para más de un positivo, justo cuando el cuerpo pide más y el bolsillo se queda seco. El colega sacó una botella del maletero con un líquido verde, asegurando a sus camaradas que se trataba de Pipermint de garrafón. Como el personal andaba con el pico caliente lo ingirieron sin más, aunque hubo quien tuvo sus desarreglos intestinales al día siguiente. Se trataba de líquido anticongelante del que se usa para los automóviles.
El personal afectado por el puente ha pagado sus billetes a precio de gran reserva y le han servido algo similar a lo que hizo mi amigo. Si es que no tienen luces.
Pd. Las fotos de los coches son del museo del automóvil de Málaga.

lunes, 29 de noviembre de 2010

La orchestra trasnochada

 Arco del auditus máximus. Teatro romano de Málaga.

H
Ay días que solo asomar por el auditus máximus y te encuentras el escenario tan revuelto como el graderío. Los patricios fortunatus, en su mayoría hombres, sentados en torno al jefe de la tribu monclovita invocan más reformas. El césar Zp les agasaja al mandar que toquen la fanfarria que le piden. Éstas medidas vienen a ser como las muñecas matriuskas, que jamás se sabe cuando volverá aparecer otra, contando con que el sobado eufemismo reforma equivale a otra vuelta de tuerca más a los plebeyos.
Los legionarios de Obama están que escupen por un colmillo por culpa de Wikileaks, ese tendedero en el que se cuelgan los trapos sucios de la cosa que mangonea doña Hillary. Lo que realmente les preocupa es estrangular al mensajero, da lo mismo que todo el planeta se haya convertido en una esfera translúcida que orbite en torno a los adalides del espionaje. Maquiavelo comparado con estos diplomáticos era un arcángel.
Por otro lado la cicuta del batacazo electoral le ha caído “requetemal” entre otros a Pepe Montilla. Ya se sabe que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Vaya usted con Dios y purgue sus errores comiendo turrón (el más barato del mundo), lejos del Palau. A ver si cunde el ejemplo y otros se apean de la cuadriga oficial antes de llegar al despeñadero. La tragicomedia de la crisis se repite más que el ajo de unos boquerones en vinagre. Asunto que aprovecha la horda de los bárbaros mercados financieros para revolcarse de la risa, cuando se les mienta la solidez de Hispania. Lo que empezó siendo un lunar en el euro va camino de convertirse en una paridera de agujeros negros. Actores todos, hagan el favor de quitarse las máscaras y mutis por el foro, que ya nos sabemos el final de este acto.
PD. La esfera de cristal es obra de Olafur Eliasson. Las negras son de Gary Hume. El cuadro del "Gabinete de Crisis" es autoría de Matías Sánchez. Fotos tomadas en CAC de Málaga. La opinión es cosa del nómada.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Al filo del tajo


L
As pinceladas de ocres en la serranía de Ronda ya pregonan el anticipo del invierno, mientras un vientecillo de navaja barbera corta hasta el hipo de quienes atravesamos el puente nuevo cuando el Sol declina. En el fondo del tajo parecen despeñados los dimes y diretes de los politiqueras catalanes, quienes no dudan en colocar a su paisanaje un orgasmo fulero, un muñecote travestido de España que atraca, o una heroína de silicona que machaca inmigrantes sin papeles con la misma facilidad que un subordinado de Hitler.

Hagan campaña con lo que les plazca, si tanto placer les produce ver quien copa la Generalitat, pero déjenos tomar el café en paz. Por algo en esta tierra tenemos para todos los gustos. La cosecha de votos es asunto de otros segadores. Aquí, “Deu” anda ocupado en que cada planta sazone en su momento justo, en atender los ruegos de quienes pasan demasiados lunes al Sol, mientras las destructoras de documentos no dan abasto a hacer trizas las ilusiones pegadas a los currículos. Resucitar el victimismo nacionalista puede resultar tan simplón como peligroso. De ahí a creerse una raza superior solo hay un paso. Sí al borde del tajo.

Tipos de café en Málaga.


Playamar. Torremolinos. Málaga.

Cyca Revoluta. Málaga.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La maldición del cabrero





G
Abrielillo conocía el cerro de la Jaula y la loma de Rengel tan bien como cada una de las cabras que cada día pastoreaba. Su deambular le permitía tener un censo mental de todos y cada uno de los moradores de los cortijillos que se aupaban en las empinadas laderas.
Llegado el Domingo de Resurrección decidió que el también tenía derecho a participar en la secular tradición de pelar la pava como el resto de los mozos. Carmen, la morena de ojos claros del cortijo de Pepe el Cojo, hacía tiempo que le rondaba por la sesera. Encaminó sus pasos hacia allá. El colega, huérfano de padre desde los ocho años, no tenía ni para una bici. Encontró a la hembra de sus sueños subiendo un cántaro desde el pozo. A ella le costó admitir la conversación banal del chaval, atrevimiento que se tomó porque su padre se había ausentado a tratar unos asuntos de semillas en el pueblo, que si no ni flores.
El cabrerillo se animó bajo el algarrobo y, para mejor cortejar a la Carmen de sus entretelas, se arrancó por unos fandangos de Güi, como era la costumbre en algunos lugares de la Axarquía. La otra no podía aguantar la risa por lo que desafinaba el pobre, pero como le ponía empeño se contuvo. De esta pastoril guisa les sorprendió el padre de la muchacha, lo primero que se oyó fue una piedra silbando por encima de sus cabezas. Pepe les lanzó todo tipo de increpaciones: “Me cagó en la cuna que te ‘roó’, como te pille con mi niña te voy a desollar…” Esto es lo más flojo, el resto lo podéis añadir en plan grueso calibre. A aquel tipo los individuos que consideraba de inferior categoría social le caían casi tan mal como a Puigcercós un andaluz.
Nuestro cabrero salió despavorido arroyo abajo, al tiempo que soltaba alguna maldición: “Así críen jaramagos todo tu cortijo y se paseen las culebras por el ‘sumier’ de tu cama”.
Lo mismo tuvo algo de visionario el improvisado cantaor, ya que el lugar es pasto de la ruina. El ex cabrero se hizo concejal de urbanismo de un municipio costero a finales de los 80. La correlación entre el patrimonio particular y la proliferación de urbanizaciones, medida según el coeficiente de Pearson, arroja r=+1. Para legos en estadística, a mayor terreno recalificado más amasaba el que cambió la honda por un despacho.
El cortijero, acuciado por la falta de subvenciones a sus cultivos y la sequía del pozo, vio como su niña se casaba con un tratante de caballos, para tener que divorciarse a los pocos años por los malos tratos que recibía de aquel animal.
El algarrobo sigue allí como testigo del idilio interrumpido y del cáncer urbanístico que se le acerca inexorable.
PD. Todo lo aquí relatado, en cuanto a personajes y situaciones, es producto de la imaginación ante cualquiera de los parajes tan sugestivos como presenta la Axarquía.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Bellotas y avestruces


T
Odo el mundo conoce la habilidad de Zp y su cohorte para hacer el papel del avestruz. Con el asunto del Sahara más que papel se trata de papelón, pero no del tipo cuché, sino del elefante (aquellos rollos infames). Mirar para otro lado, mientras el gobierno marroquí comete todo tipo de tropelías en El Aaiún, convierte en cómplices de los trágicos sucesos a estos progres de salón.
La flagrante violación de los arts. 19 y 20 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, amén del uso desproporcionado de la fuerza le traen al fresco a doña Trini, ocupada como anda en repartir jabugos a quienes les sobran dólares para adquirirlos. "Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses", afirmaba John Foster Dulles, Secretario de Estado de aquellos pagos. A estos repartidores de pata negra se les ha pegado el latiguillo. Anteponen san Lucro de Marruecos a la más elemental regla de humanidad. Alegan públicamente ignorancia sobre lo que allí ocurre. Tal vez los chicos del CNI anden ocupados en seleccionar las mejores bellotas, para las patas ibéricas que entrega la jefa de la diplomacia.
A propósito de obsequios con productos de ibérico. Un amigo me cuenta que trabajaba en una oficina de importación y exportación. Como en tantos sitios los curritos remaban en galeras sin respirar por cuatro perras. El jefe, en camarote VIP, era poco admirado por los de Villabajo, en cambio los de la calle debían quererlo con locura; sobre todo cuando se acercaba la Navidad y no paraban de llegarle todo tipo obsequios. Un día que el baranda se ausentó para no sé qué gestiones en la capital del reino, interceptaron una caja de madera que casi medía lo que un ataúd. Solo que contenía un pata negra carísimo. Ni cortos ni perezosos se armaron de un buen cuchillo, pan cateto y generosos caldos. Por unanimidad decidieron un reparto más democrático. Según él, fue el jamón con mejor sabor del mundo. Si alguna vez se enteraba de aquello, estaba claro de quien fue la autoría: de Fuenteovejuna, todos a una.

domingo, 7 de noviembre de 2010

La siesta del león

Felino feliz en Peña Escrita. Almuñécar. Granada.


F
In de semana con verdadero atracón de actividades papales. Aunque lo mismo les ha faltado el discursito del caudillo; los coros y danzas de la sección femenina; Fraga y mil gaiteros; la tele en blanco y negro; un presidente gallego que coloca a Santiago en centro del orbe; el nacional catolicismo que renace de la mano de Pepe Montilla en una Cataluña libre.
Claro que hay quienes toda esta embriaguez les sabe a poco y piden otra copa más, acodados como están en la barra libre del papanatismo. Me refiero a cierto diario que se hace eco de las declaraciones, a bordo de un avión del jefe del Vaticano. Sí hombre, este que viene como peregrino aquí sin mochila, nada de dar un paso, lejos de pernoctar en albergues atestados de ronquidos, a salvo de la lluvia y otras inclemencias. Cualquier cosa es una cazuela de papas. A lo que íbamos. En esto que iba por las nubes la comitiva cuando el buen hombre nos amonesta con el peligro que supone el laicismo; resucita, como quien no quiere la cosa, el león dormido de los desmanes de la Guerra Civil.
Las lecturas bíblicas le pueden aportar mucha sapiencia a Joseph Ratzinger, pero no debe desdeñar el Diccionario de la Real Academia Española cuando emplee el término laicismo: ‘Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa’. La pretensión de infiltrar un ayatolá en la Moncloa haría un flaco favor a sus devotos, aunque otros a río revuelto busquen con esto arañar votos.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Cuentas perdidas

Iglesia de san Agustín. Málaga.

H
Ay días que más valiera escapar por esos arcos del ayer, para ver el arrumaco de una pareja de gorriones, oír la guitarra de un músico callejero, sentir el plácido sol de otoño, al resguardo de un poniente y dejar volar la imaginación camino de otros meridianos.
En cambio asomarse a la TV o la radio supone indigestarse de las elecciones en EE UU, despacharse cuarto y mitad de análisis sesgados de cada experto obamista surgido en este solar. La calculadora tertuliana hace logaritmos insondables con tal de transmitirnos el resplandor de lejanas fumatas, como si fueran éstas las que por regla de tres provocan las más de 4 millones de tarjetas del paro.
Las cuentas no salen, aunque Rajoy para arreglarlas salga ahora con lo de restar los matrimonios entre homosexuales, este tipo talmente parece que asistiera a un incendio y lo único que le importaran fueran los desconchones de la pared de la casa. Guarde en su memoria señor registrador que aquí a la mayoría del personal le trae sin cuidado que cada cual haga de su capa un sayo. Pagar la hipoteca y no quien peca es lo que más de uno se lleva a la cama.

domingo, 31 de octubre de 2010

Horas regaladas



D
Ani nunca pasó de ser un chico atolondrado en sus estudios. Una ecuación de segundo grado le costaba sudor y lágrimas, siempre estaba en compañía de las musarañas. Lo único que dominaba con maestría era la videoconsola y el pirateo. Quemados sus progenitores, por las notas más que mediocres del chaval, lo convencieron para que se matriculara en un módulo de restauración de artesonados. Al menos aprendería un oficio.
La Aljafería era la escuela taller, tarea por delante no le faltaba. A nuestro protagonista  le traía sin cuidado la evolución histórica del edificio, se limitaba a seguir las instrucciones de la monitora de mala gana, en cambio fantaseaba con encontrar un tesoro en algún rincón del palacio.
Al final del viernes se despistó del grupo con una excusa banal; se internó en la falsa cúpula del oratorio para acceder a un nido de vencejos. Cubierto por el polvo y las telarañas de varios siglos halló un diminuto postigo con una cerradura herrumbrosa, era imposible hacerla saltar con un simple destornillador, pero la madera cedió al aplicar el escoplo a los remaches. En aquel hueco descansaban unos frascos y una vitela deteriorada con inscripciones árabes.
El chaval miró el móvil y se dio cuenta que era la hora de cerrar, volvió con el grupo para firmar la hoja de control, pero en lugar de salir con los demás, se despistó en cuanto pudo y se dirigió a su hallazgo. Examinó el pequeño envase de color marrón, aquella esmerada caligrafía le resultaba incomprensible a la vez que magnética, sin pensarlo mucho abrió el tapón sellado con resina e inspiró el aroma del contenido. Jamás había experimentado algo similar, su mente quedó sumida en un largo éxtasis, por el que se transmutó en medio de la noche en los baños del harén del rey Al Muqtadir. Entre risas de las cortesanas fue bañado en la alberca, cuando intentó hablar para pedir explicaciones, Farida, la más hermosa selló su boca con un beso perfecto y un pétalo de rosa. Al salir del agua fue envuelto y frotado con paños de suave lino, por lo que fue inevitable que se despertara toda la fogosidad propia de la edad.
La misma que cerró los labios del muchacho le condujo por todas la voluptuosidades de su cuerpo, hasta sumergirlo en el profundo valle del placer. Farida solo habló al joven cuando este quedó exhausto, con estas palabras: “Aquél que halle el aroma eterno podrá acompañarnos en nuestro destierro, siempre que abra la caja del antes y el después”.
Dani se despertó bien entrada la madrugada, al llegar a casa puso como excusa que había estado de botellón, pero no pudo pegar ojo, las sensaciones se repetían en un bucle sin fin. Escaneó los signos del pergamino para tratar de averiguar su significado.
Terminó el curso a los tres meses sin que descifrara el mensaje. Tras un fin de semana entero encerrado con el portátil, con pruebas infructuosas con todo tipo de programas de criptografía se había rendido. El lunes se pasó por la secretaría para un trámite burocrático, fue de nuevo a su rincón secreto, las sombras que la celosía proyectaban sobre la grafía componían una combinación numérica. Tomó nota sobre el antebrazo, salió aprisa camino del ordenador, pero aquello parecía no encajar en parte alguna. El fracaso era su única compañía.
Al poco tiempo se colocó como vigilante jurado en el palacio de sus sueños, al ser novato le endosaron en seguida el turno de noche. En cuanto se quedó solo introdujo aquellas cifras en la web de seguridad del servidor de acceso a las cámaras. La pantalla cambió el gris anodino por la vida de aquel jardín soñado, extrajo de su bolsillo el perfume y pudo así reunirse con aquella que le conducía hasta extremos imposibles. Desde entonces siempre tiene asignado el turno de noche de forma invariable. Es que hay horas que son regaladas de verdad, no como otras que una teja te quito y otra te pongo.

martes, 26 de octubre de 2010

Delicias (Siberia)



P
Ara la legión de seguidores de la tradición sería imperdonable perderse las fiestas del Pilar, pero disculparán mi falta de militancia en este y otros dogmas, carezco de vocación de capillita. Cada cual es muy libre de plantar altares donde le convenga. Zaragoza es una ciudad abierta que te convida a bebértela en cualquier época del año, aunque en esta el cierzo hace de las suyas, marea las veletas y se cuela hasta en el DNI.
Hacer un catálogo turístico del casco histórico sería poco original, lo mejor es que paladeéis cada uno de sus rincones, sucumbiendo a la tentación de la gula sin mucho miramiento. En especial las palmeritas de chocolate con sabor a naranja de una pastelería ubicada en la plaza de san Felipe. El mercado central no cierra sus puertas por la tarde, iniciativa que aplaudo por lo fácil que resulta el acopio de provisiones, tanto trajín callejero despierta el gusanillo. Si de repostar se trata, en Dovelas te dejan el tanque lleno para toda la jornada, se aconseja llegar “esmayao”, para ingerir tanta vianda de un tirón.
La ciudad por la noche, a pesar de bajar de revoluciones, presenta un aspecto mágico, hay que aprovechar la luz del atardecer subir la ISO de la cámara a 1.600 y levantar un poco la vista. De este modo resulta fácil llenar la tarjeta de memoria con buenos recuerdos.
El personal incluso se muestra tan solícito, que me aconsejan visitar tal o cual rincón para mejorar las imágenes. Sin duda Aragón está poblado por gente muy maja. En absoluto se merecen el “descalabazao” del arquitecto que les plantó la estación de Delicias sin calefacción, más que del Ave, parece que te apeas del transiberiano, pero luego con el calor humano y los refajos te olvidas del trámite.
La Aljafería y otros lugares merecen capítulo aparte, que dedicaré en la próxima entrada.

sábado, 23 de octubre de 2010

Grata sorpresa


L
As ciudades mudan sus centros neurálgicos, tal como he visto de forma palmaria en Huesca. La parte alta, prolífica en palacios y templos, se puede imaginar en otros tiempos transitada por humanos y caballos. Hoy anidan los silencios en sus piedras, rasgados durante el día por unas obras impenitentes y polvorientas.
El deambular por estas calles permite paladear el afable carácter de sus gentes. Una anciana se afana en complacer al forastero, darle charla y encaminarle hacia el museo provincial, el cual cuenta con patio octogonal que incita a dejar atrás todo asomo de barullo. Se palpa la escasez de turismo, tal vez por eso quienes llegan son recibidos como familiares.
Los comercios en esta zona presentan un estado deplorable en cuanto a clientela, muchos de ellos mantienen las instalaciones de los años 50. Hay algunos naufragados y varios con carteles de cese por jubilación. El menú a 10 euros es una constante en todos los restaurantes. El azar me llevó a uno llamado El Mojón –nombre que en Andalucía movería a guasa-, resultó un lugar muy acogedor que prepara sus viandas en un asador de leña, su dueño atiende al personal con toda cordialidad. Lástima que pille tan lejos de casa, porque de no ser así la vitrocerámica iba a criar telarañas.
La parte baja de la ciudad concentra el dinamismo. Aparte del tráfico y las prisas alberga una joya modernista de principios del siglo XX: el casino, denominado también Círculo Oscense. Me asomo con cautela a su portal, ya que un cartel prohíbe la entrada a los no socios, pero apenas cruzo la puerta uno de sus miembros me invita con toda confianza a conocer el interior. En la primera planta, la conserje me recibe y se ofrece afable a guiarme por las estancias. Todo se conserva como fue hecho en 1904. Evoca el decorado ideal para una película de burguesía feliz.
Merece la pena dejarse caer por esta tierra y aprender de sus gentes el trato que atesoran muy por encima de los monumentos y alfarjes, como el que luce espléndido en el palacio de Villahermosa.

sábado, 16 de octubre de 2010

Cantamañanas


D
Ecía Napoleón que cada soldado debe llevar una vara de mariscal en su mochila. En este país florecen economistas con varita mágica incluida, pongo por caso el capo de la patronal Díaz Ferrán, que lo mismo vino la Virgen a visitarlo para que alumbrase la solución de que curren los demás la tira de horas y cobren menos.
Ya solo falta que los jornaleros de este señorito suban sacos de 100 kilos escaleras arriba, borrar los domingos del almanaque, comulgar con ruedas de molino y quedarse en casa por la noche sin más copas que las que saques jugando al cinquillo o al julepe. Por sus obras, mejor dicho por sus ruinas, conocemos de sobra a este ilustrado que dejó al personal de Air Comet y Viajes Marsans más tirados que una colilla. Que los demás paguen los platos rotos es una fórmula tan sobada de los caciques de casino y puro, que no cabe colgarla de romana alguna.
Fotos con el móvil de Benalauría (Málaga). Serranía de Ronda. Un lugar para degustar unas deliciosas castañas al brandy.


Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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Tratando la conjución de ocurrencias e imágenes. No pongo música porque se cabrean los de la SGAE.