Las imágenes las tomé en una exhibición aérea realizada en Málaga.
La Macroeconomía, pese a que precisa para su desarrollo herramientas como derivadas y matrices, dista mucho de ser una ciencia exacta, máxime cuando sus muñidores están obcecados en presentar los harapos de las cifras negativas como exponentes de su peculiar glamur, en una pasarela elevada por los acólitos de Zp a la categoría de altar del “savoir faire”.
Quemados todos los cartuchos –léase recursos propios del erario- en temas tan sugerentes como ayudar a determinadas entidades financieras, contaminadas por las hipotecas “suprime”; cuestiones poco confesables como la guerra de Afganistán; alimentar la voracidad de los prebostes autonómicos cuan poblado nido de pterodactylus; amén de una larga letanía de canonjías y bagatelas. Estos predigitadores sin currículo han sacado de su raída chistera el penúltimo gazapo: una subida del IVA de dos puntos. Según su divina inspiración para ejercer el principio de solidaridad con los más desfavorecidos.
Cualquier estudiante de primero de economía lo sabe, una subida de los impuestos indirectos deja sentir sus efectos adversos, de forma mucho más acusada, entre las clases con menor renta disponible; provocando de paso un alza de precios generalizada. Como ya ocurriera en su día con la introducción del IVA en nuestro sistema fiscal. Si unimos a ello el engrosamiento del paro, la locomotora socialista enfila el largo túnel hacia la estanflación a todo vapor. Más madera, esto es la guerra, grita el fogonero del partido.
Argumentan, cuan tahúres retorcidos que el tipo del impuesto es inferior a la media europea en cambio, callan, como cánidos al acecho, sobre la desigualdad de los salarios con nuestros vecinos continentales; ítem más en cuanto a prestaciones sociales.
La tele estatal prosigue cada día con sus acrobacias dialécticas, con sus cortinas de humo, convencida de que una falacia repetida hasta el infinito puede transmutarse en verdad.