Me veo sumergido en un nuevo cuatrimestre, inmerso en investigaciones parecidas al sexo de los sueños de las ballenas belugas, encerradas en estanques jaula. Antes de que acaben con el escaso oxígeno que cogí en Valencia, procuraré descargar algunas imágenes de las que me parecieron más llamativas.
La precariedad de la luz en las instalaciones del oceanográfico, junto con la lógica prohibición de disparar con flash, provocan que algunas tomas salgan movidas. No obstante fue una experiencia reparadora, mucho más cuando las notas, del denso piano del claustro, han salido sin desafinar hasta el momento.
Ojalá todas las inmersiones fueran como esta, en lugar de la que se multiplica a lo largo del Guadalquivir. Quienes provocaron tal situación, bien podrían ser alimento de tiburones hambrientos como utilidad marginal de la sociedad.