jueves, 12 de junio de 2008

Cuestión de pelotas









Enfrascado como anda el personal, por la trascendente polémica entre Luis Aragonés y su troupe, las pelotas no se limitan a rodar por los campos austriacos, alguna debió escaparse de algún patadón descomunal, por lo que ahora pulula por la pasillos de nuestra facultad, tal vez pensando en amasar muchos como los de arriba, a base de echarle flores al claustro.

Flores en el zoco de Tánger (Marruecos)

A pesar de que más del 50% de los colegas se nutre, como fuente primaria de mis apuntes, gratis total, demandados inlcuso por erasmus españoles en Alemania. Confeccionados en formato pdf; ilustrados; con referencias bibliográficas complementarias, fruto de mucho tiempo buceando en la red. Jamás he dicho un no a camarada alguno. Los de primero se surtieron del grifo de cuatro asignaturas; los de segundo tuvieron clases particulares gratis varias jornadas sobre QuarkXpress; en tercero dispusieron de otras cuatro asignaturas; y los de cuarto contaron con material abundante en dos.

Fuentes artesanales en Tánger (Marruecos)

A algún melón no le pareció bien el asunto; que no tuvo otra idea mejor que entregar una copia de mis apuntes al profesor de IPE, donde se insertan pinceladas irónicas para criticar al claustro, el docente se ve que no comparte el mismo sentido del humor, lógico hasta cierto punto. Consecuencia de ello me encuentro el mismo día del examen con la censura a bocajarro del criticado.

Venta de melones y sandías en Tánger (Marruecos)

Por más que busco el presunto provecho, que pudiera sacar el dicho melón, mi cuchillo anda tan romo hoy que no lo calo. ¿Pretende sesgar el compañerismo? o ¿sencillamente es aspirante aventajado al premio Cervantes de tonto?, que lo mismo se lo dan.

En fin como dijo el otro día mi estimada Cantalapiedra se queda gélido el cuerpo, son épocas borrascosas las que toca vivir.

Hoya de la Mora. Sierra Nevada. Granada.

lunes, 9 de junio de 2008

Asina no, majestá, con los deos






Apenas un suspiro, para colarme por ese decorado desconchado, de lo que fue la Meca del turismo nacido en la década de los sesenta, llamada por Forges –creo recordar- “de la alpargata al 600”. Me refiero a Torremolinos, otrora buque insignia de la hostelería de sol y playa. Hoy decadente negocio donde abunda una calidad tirando a tienda de los chinos: proliferan bares que ofertan muchas papas fritas congeladas, bloques de apartamentos subproducto del desguace de un hotel de tronío como el Santa Clara, jubilados de centro Europa que pasean desnudas y blancas panzas altivas por la calle San Miguel, que sigue siendo el “cardo máximo” del trasiego peatonal, para desembocar, como no, en la escalinata que desciende hasta la playa. En cuyos primeros peldaños se asienta una bodega Quitapenas. Aún no ha comenzado la temporada alta y los huecos están presentes.
Menos mal que el barrio de la Carihuela, en esta especie de naufragio urbanístico y mercantil ha sobrevivido, desaguisados ha soportado, pero son más estimables los guisos que se sirven en sus incontables restaurantes, bueno más que guisos marisco y "pescaíto", sin desdeñar las paellas de Casa Juan, o los espetos de sardinas en plena playa.
Cuentan los diarios de principios del siglo XX que Alfonso XIII, de visita por estas latitudes, fue llevado a deleitarse con estas especies tan ricas en Omega 3, él tan ignorante de los ácidos oléicos y tan fino a la vez se dispuso a dar buena cuenta de ellas armado de cuchillo y tenedor, cuando Juan “el cojo” que regentaba el negocio le recriminó: “Asina no, majestá, con los deos”.
Nota: los espetos de sardinas, consisten en asar al calor de las brasas estos pescados sazonados con sal gorda, pinchados en una media caña, clavada en la arena y en dirección opuesta a la del viento, fue un método culinario tradicional de los marengos que sabe Dios cuando se inició, pero sigue.

Impresiones

Todo es subjetivo, dejemos volar el yo imposible.

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